Tardé en
darme cuenta de que los sueños pueden ser realidad y no simples pensamientos
que acaban convirtiéndose en un ojalá. Que hay que luchar por lo que unx desea
con todas sus fuerzas sin miedo al qué pasará, quitarse la cuerda que nos ata al
NO PODRÁS que aprieta cada vez más y quedarte en total libertad,
siendo tú contra lo que vendrá. Enfrentándote a los miedos que nuestra mente grita
haciendo eco para al final quebrajar nuestro corazón como si fuera un vaso a
punto de romperse. Contar la vida por sonrisas y olvidar el tiempo que marca el
reloj y nos limita. Disfrutar desde lo mínimo hasta lo máximo. Subir peldaño
tras peldaño de la gran escalera que nos lleva a conseguir lo que queremos.
Olvidar los comentarios ajenos que solo sirven para frenarnos como si fuéramos una
marioneta sumisa de su títere. Enamorarte de ti, de los paseos, de la gente
desconocida que te manda sonrisas y de las conocidas que te alegran el alma.
Caminar sin miedo a tropezar, qué más da. El obstáculo solo servirá para que cojamos
impulso y podamos saltarlo y no quedarnos tras el pegadxs en la pared esperando
a que otra ventana se abra. Sintiéndote feliz con lo que haces y siendo quien
quieres ser, sin tabúes. Cayéndote para luego levantarte con más ganas que
nunca, enfrentándote a los días con hambre de mundo. Escuchar a tu corazón y
seguir las riendas que imparte tus latidos. Valorándote y aprovechando cada
oportunidad como si fuera la última. Montándote en el tren de la vida que
deseas, aunque no tengas billete.
Los sueños
se pueden cumplir
y no es un
consejo, es una realidad.